La llama olímpica, símbolo de unidad y excelencia, ahora titila en medio de una tormenta de controversia. El 12 de noviembre de 2025, pocos días después de la impactante revisión del Comité Olímpico Internacional (COI) sobre la participación de personas transgénero, los rumores se convirtieron en clamores en las redes sociales y los medios de comunicación. Un rumor estalló: el COI está considerando una purga retroactiva, retirando las medallas ganadas por atletas transgénero en eventos femeninos y entregándolas a las subcampeonas. Esto no es un simple ajuste de políticas; es una reescritura radical de la historia olímpica.

Fuentes cercanas al COI, que hablaron anónimamente con The Guardian y BBC Sport, afirman que la idea surgió en reuniones a puerta cerrada tras la evaluación científica de la presidenta Kirsty Coventry. El informe, presentado por la Dra. Jane Thornton, recalcó las ventajas irreversibles de la pubertad masculina: una superioridad del 10-20% en fuerza, velocidad y resistencia que ningún tratamiento de supresión de testosterona puede eliminar. De aprobarse, podría alterar los podios a partir de Tokio 2020, afectando a figuras como Laurel Hubbard, la pionera levantadora de pesas transgénero que compitió pero no obtuvo medalla.
El rumor cobró fuerza en X, donde #IOCStripMedals fue tendencia con más de 2 millones de impresiones en 24 horas. Los usuarios compartieron parodias de “ceremonias de reasignación”, mezclando indignación y humor negro. Una publicación viral decía: “Oro por justicia, no por sentimientos”. Pero tras los memes subyace una cuestión sensible: ¿Deberían revocarse las victorias pasadas, conseguidas con tanto esfuerzo bajo las antiguas reglas? El COI, hermético, insiste en que no hay una decisión final prevista antes de los Juegos Olímpicos de Invierno de Milán-Cortina en febrero de 2026.

Entra en escena la activista que convirtió los rumores en un incendio forestal: Riley Gaines, la exnadadora de la Universidad de Kentucky cuyo nombre es sinónimo de la lucha por la igualdad en el deporte femenino. El 12 de noviembre, Gaines publicó una contundente declaración en la página web de su fundación y en una sesión en directo de X Spaces, que contó con 500.000 espectadores. «El COI está, en última instancia, despojando a las atletas de sus medallas de oro», declaró con voz firme pero cargada de furia. «No a las que hicieron trampas con la biología, sino a las mujeres a las que se les niega el lugar que les corresponde».
Gaines, quien empató en quinto lugar en los 200 metros estilo libre en el Campeonato de la NCAA de 2022, detrás de Lia Thomas, conoce bien el dolor. Thomas, una mujer transgénero, pulverizó récords tras su transición, dejando atrás a Gaines y a otras. “Esto no es venganza”, continuó Gaines, con los ojos brillantes bajo la luz de la transmisión. “Es justicia postergada. Cada medalla reasignada honra los fantasmas de las carreras amañadas desde el principio”. Sus palabras, crudas y directas, reflejaban la esencia del rumor: una justicia retroactiva como redención para sueños truncados.

Lo que Gaines dijo a continuación dejó al mundo atónito. Tras una pausa para respirar, reveló una estadística escalofriante de la investigación de su equipo: desde el año 2000, hasta 60 atletas que han experimentado la pubertad masculina han subido al podio en eventos mundiales femeninos, según datos de World Athletics. “Eso no es inclusión; es invasión”, exclamó con vehemencia. “Reasignen esas medallas, COI. Que la plata se convierta en oro para las mujeres que nadaron, corrieron y levantaron pesas, creyendo en la igualdad de condiciones”. El chat estalló: Martina Navratilova la ovacionó y respondió: “Riley habla por todas nosotras”. Incluso Caitlyn Jenner, la atleta olímpica transgénero convertida en defensora de las prohibiciones, se sumó a las palabras: “Primero la justicia. Retro o no”.
La reacción fue feroz. Organizaciones de derechos trans como GLAAD criticaron duramente a Gaines, calificándola de “divisiva” y argumentando que la retirada retroactiva de medallas borra identidades, no solo títulos. “Esto es borrado disfrazado de equidad”, tuiteó la activista Schuyler Bailar, exnadadora trans de Harvard. Expertos legales también se pronunciaron: precedentes como el escándalo de dopaje ruso de 2019 también vieron la retirada de medallas, pero en esos casos se trataba de tramposos, no de identidades. ¿Aprobarían los tribunales una revocación basada en criterios biológicos? El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que ya está considerando el caso de Semenya sobre diferencias en el desarrollo sexual, podría discrepar.
Para comprender el origen del rumor, remontémonos al polvorín de París 2024. Las boxeadoras Imane Khelif y Lin Yu-Ting se alzaron con el oro en peso welter a pesar de haber sido descalificadas del Mundial de 2023 por no superar las pruebas de género (cromosomas XY, testosterona elevada). El COI las exoneró basándose únicamente en el género de sus pasaportes, lo que desató la furia mundial. Elon Musk tuiteó: «Protejan el deporte femenino», alcanzando 50 millones de visualizaciones. Ahora, con Coventry —siete veces medallista olímpica— al frente, la situación cambia. Su promesa de enero: «Proteger la categoría femenina es primordial».
La revisión de Coventry, filtrada a The Times, no se centra únicamente en las mujeres trans; también pone la mira en atletas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD) como Caster Semenya, vetada por World Athletics desde 2019 por sus medallas de oro en los 800 metros en Londres y Río. La historia de Semenya —supresión hormonal forzada, apelaciones interminables— refleja la gravedad del rumor. Si se pierden las medallas, sus triunfos de 2012 y 2016 podrían pasar a manos de la sudafricana Lynsey Sharp y la estadounidense Alysia Montaño. «No es odio», repitió Gaines, haciéndose eco de las propias palabras de Semenya sobre la justicia. «Es la ciencia exigiendo que se restablezca la equidad».

La declaración de Gaines no se quedó en palabras; fue un llamado a la acción. Instó a los aficionados a inundar las bandejas de entrada del COI, citando la orden ejecutiva de Trump de febrero de 2025 que prohibía a las mujeres transgénero participar en los deportes femeninos estadounidenses, un precedente que ahora repercute a nivel mundial. «Estados Unidos lidera; el mundo sigue», afirmó. En X Spaces, compartió historias: la de una joven luchadora descalificada por una oponente transgénero, con lágrimas en los ojos. «Ese es el verdadero despojo: de oportunidades, de seguridad, de legado». Los espectadores compartieron masivamente, transformando el dolor personal en un clamor colectivo.
Sin embargo, existen matices. No todas las atletas trans dominaron; Hubbard fracasó en Tokio. Y estudios, como un artículo del British Journal de 2024, sugieren que algunas mujeres trans enfrentan desventajas después de la transición. Críticos como Bailar abogan por categorías abiertas: «Competir, pero con justicia, para todas». La Federación Internacional de Natación fue pionera en esto en 2022, creando divisiones de élite no binarias. ¿Podría el COI seguir su ejemplo, sin la polémica retroactiva?
Gaines abordó el tema directamente. «¿Divisiones abiertas? Sí, para el futuro», admitió en su ensayo. «¿Pero el pasado? Les debemos a esas mujeres su oro. Despojémonos de las ilusiones; recuperemos la verdad». Su vulnerabilidad —al admitir el costo emocional de su propia «derrota»— humanizó la lucha. «Empaté en el quinto lugar, pero me sentí la última», escribió. «¿Cuántas más?».

El mundo entero habla de Gaines porque logró conciliar la rabia y la razón. Las feministas la aclamaron como la abanderada del Título IX; incluso medios moderados como NPR destacaron su “militancia mesurada”. En X, el hashtag #GainesSpeaks fue tendencia junto con el rumor, con 1,5 millones de interacciones. Jenner reafirmó su postura: “He vivido ambas caras de la moneda: la biología gana”.
Al amanecer del 13 de noviembre, el COI se encuentra en una encrucijada. Según fuentes de Reuters, una prohibición total parece inevitable para Los Ángeles 2028. ¿Pero qué hay del rumor sobre las medallas? Se tambalea al borde de la ética. World Rugby y la Federación Internacional de Ciclismo ya han endurecido sus normas; ¿se sumarán a ellas la retroactividad? El silencio de Coventry alimenta la especulación: ¿la sesión de febrero traerá claridad o caos?
Esto no es solo deporte; es un reflejo de la sociedad. En una era marcada por las órdenes de Trump y la influencia de Musk, el rumor pone a prueba los límites de la inclusión. El grito de Gaines —«En última instancia, se les está arrebatando el oro a los atletas»— resuena porque invierte la narrativa: ¿Quiénes son los verdaderos perjudicados? ¿Las pioneras trans o las mujeres eclipsadas?
El podio espera ser reasignado. Y el mundo, conteniendo la respiración, observa.