En un avance militar que ha sacudido al mundo entero, la Marina de Estados Unidos ha realizado una prueba en vivo del dron sigiloso autónomo XQ-47B Vanguard, con un costo de desarrollo de 1.500 millones de dólares. Este prototipo, inspirado en el legendario X-47B de Northrop Grumman, despegó desde el portaaviones USS Gerald R. Ford el 15 de noviembre de 2025, frente a las costas de Virginia.

La demostración fue espectacular: el dron, equipado con inteligencia artificial avanzada y tecnología stealth de última generación, penetró un campo simulado de defensas aéreas rusas y chinas. En menos de 20 minutos, neutralizó radares S-400 y sistemas HQ-9 mediante ciberataques y misiles hipersónicos, sin ser detectado. Observadores internacionales quedaron mudos ante la precisión letal.
El XQ-47B mide 12 metros de largo, con alas plegables de 19 metros de envergadura, y un diseño de ala volante sin cola que evoca al B-2 Spirit. Su motor híbrido eléctrico permite vuelos de hasta 48 horas, con capacidad de reabastecimiento en vuelo autónomo. Armado con dos bahías internas para misiles JASSM-ER, puede lanzar ataques quirúrgicos a 1.000 kilómetros de distancia.
Expertos del Pentágono declararon la prueba un éxito rotundo. “Este dron no solo evade radares; los anula por completo”, afirmó el almirante Samuel Paparo, jefe del Indo-Pacific Command. La demostración incluyó un enjambre de tres unidades que coordinaron ataques sincronizados, superando cualquier caza tripulado en velocidad y sigilo.
La inversión de 1.500 millones, financiada por el presupuesto de defensa de 2025, refleja la prioridad de la administración Trump en superioridad aérea. Desarrollado por Northrop Grumman en colaboración con Lockheed Martin, el Vanguard integra IA de Shield AI para decisiones en milisegundos, sin intervención humana en zonas de alto riesgo.
El impacto en la aviación de combate es inmediato. Analistas de RAND Corporation afirman que los F-35 y F-22, por costosos y vulnerables, quedan obsoletos. “Los pilotos humanos son el eslabón débil; los drones como el XQ-47B operan en silencio eterno”, escribió un informe clasificado filtrado este lunes.

Reacciones globales no se hicieron esperar. China condenó la prueba como “provocación belicista”, mientras Rusia activó alertas en Kaliningrado. En Pekín, el Ministerio de Defensa anunció aceleración de su GJ-X, un dron similar avistado en octubre. Europa, por su parte, urge a la OTAN invertir en contramedidas.
El programa nace de lecciones del X-47B original, completado en 2015. Aquel demostrador probó despegues y aterrizajes autónomos en portaaviones, pero fue archivado por costos. El XQ-47B revive esa visión con actualizaciones: sensores cuánticos para evasión y algoritmos que aprenden de cada misión.
En la prueba, el dron simuló un asalto al Estrecho de Taiwán. Despegó al amanecer, evadió satélites chinos y “vaporizó” baterías antiaéreas virtuales con pulsos electromagnéticos. Videos desclasificados muestran su silueta fantasmal contra el sol naciente, un espectro en el cielo.
La obsolescencia de cazas tripulados es innegable. Un F-35 cuesta 80 millones por unidad y requiere pilotos entrenados por años. El XQ-47B, producible en masa por 20 millones cada uno, multiplica la letalidad sin bajas humanas. “Es el fin de una era”, tuiteó el experto Jack Watling de RUSI.
Críticos éticos alzan la voz. Organizaciones como Human Rights Watch advierten sobre “robots asesinos” sin accountability. “Una máquina decide la muerte; ¿quién responde?”, cuestionan en un comunicado. El Pentágono replica con protocolos éticos integrados en la IA, pero el debate crece.
Internacionalmente, aliados como Australia y Japón expresan interés en coproducción. Boeing, rival de Northrop, acelera su MQ-28 Ghost Bat, pero el Vanguard lidera por su integración con el F/A-XX de sexta generación. Fuentes del Congreso filtran planes para 50 unidades en 2027.
La prueba incluyó un regreso impecable al Ford, con plegado automático de alas en la cubierta. Ingenieros celebraron con aplausos; el almirante Paparo lo llamó “el amanecer de la supremacía robótica”. Imágenes satelitales confirman: ni un rastro en radares enemigos.
Este desarrollo alinea con la doctrina “Mosaic Warfare” del Pentágono, donde drones forman redes letales. El XQ-47B no vuela solo; colabora con enjambres de Kratos XQ-58 Valkyrie para saturar defensas. Simulaciones predicen victoria en 90% de escenarios contra China.
En Wall Street, acciones de Northrop subieron 12% al cierre. Inversionistas ven un mercado de 100.000 millones en drones para 2030. Críticos demócratas en el Senado piden audiencias sobre costos y riesgos cibernéticos, temiendo hackeos rusos.

El Vanguard lleva sensores electroópticos para ISR en tiempo real, transmitiendo datos a comandos globales. Su autonomía permite misiones en entornos GPS-denegados, usando navegación inercial cuántica. “Es un depredador invisible”, resume un informe de Jane’s Defence.
La prueba de noviembre marca un punto de inflexión. Mientras el mundo digiere el shock, EE.UU. acelera prototipos. Secretarios de Defensa aliados reciben briefings; tensiones en el Pacífico escalan. ¿Respuesta armada o carrera tecnológica?
Víctimas colaterales en simulaciones: cero. Pero en guerra real, el dilema persiste. El XQ-47B promete victoria sin sangre americana, pero ¿a qué costo moral? Filósofos militares debaten en foros de Aspen.
Por ahora, el dron reposa en hangares del Ford, listo para más pruebas. Su silueta, un triángulo negro contra el horizonte, simboliza el futuro: máquinas que dominan los cielos, dejando a los humanos en tierra firme.
El eco de la prueba resuena en academias militares. Cadetes estudian videos, soñando con comandar enjambres. La aviación tripulada, gloria de la Segunda Guerra, pasa a museos junto al X-47B original.
En conclusión, el XQ-47B no es solo un arma; es una revolución. EE.UU. reclama el trono aéreo, forzando a rivales a innovar o rendirse. El mundo, boquiabierto, observa el siguiente movimiento en este ajedrez letal.