“Me voy de Estados Unidos y me mudo a Australia”: estas fueron las palabras entre lágrimas de Lia Thomas al anunciar su partida de EE. UU., sintiéndose irrespetada como “REINA” tras el masivo boicot que sufrió por su declaración: “Soy 100% mujer y exijo participar en los Juegos Olímpicos de 2028”. Karoline Leavitt respondió de inmediato a la declaración de Lia con tan solo cinco palabras, mencionando el nombre de una nadadora australiana “a la que Lia no puede vencer”, lo que desató una tormenta mediática mundial con su inesperada reacción.

En un emotivo anuncio transmitido en vivo desde su casa en Filadelfia, la nadadora transgénero Lia Thomas rompió a llorar al revelar su decisión de abandonar Estados Unidos y establecerse en Australia. “¡Que os jodan!”, exclamó con voz temblorosa, dirigiéndose aparentemente a sus detractores en el mundo del deporte y la política estadounidenses. Thomas, de 26 años, se ha convertido en un ícono controvertido desde que ganó el campeonato nacional femenino de la NCAA en 2022, un logro que desató un debate mundial sobre la inclusión de atletas transgénero en las competiciones femeninas. Hoy, su partida no es solo un cambio geográfico, sino un grito de rebeldía contra lo que describe como “acoso sistémico” que la ha marginado en el mundo del deporte.
El detonante inmediato de esta reacción emocional fue su reciente declaración pública: “Soy 100% mujer y exijo participar en los Juegos Olímpicos de 2028”. En una entrevista exclusiva con un medio de comunicación independiente, Thomas defendió su derecho a competir en la categoría femenina, argumentando que su transición, que comenzó en 2019, la ha alineado completamente con los estándares hormonales y físicos requeridos. “Lo he sacrificado todo por este deporte: mi identidad, mi privacidad, mi salud mental. No permitiré que me borren de la historia solo porque algunas personas no entienden lo que significa ser mujer en 2025”, afirmó con firmeza. Sin embargo, esta postura contundente provocó un boicot masivo. Atletas, federaciones y patrocinadores estadounidenses se unieron a una campaña que incluyó peticiones en redes sociales con más de un millón de firmas, exigiendo que World Aquatics mantuviera su prohibición de 2022 a las mujeres transgénero en las pruebas femeninas de élite.

El impacto fue devastador para Thomas. En los últimos meses, no solo se ha enfrentado a la revocación de su expediente académico por parte de la Universidad de Pensilvania —un acuerdo impuesto por el Departamento de Educación bajo la administración Trump en julio de 2025—, sino también a la congelación de la financiación federal a su alma máter y a demandas colectivas de excompañeras de equipo. «Me siento como una reina destronada, irrespetada y humillada», confesó entre lágrimas durante su anuncio. «En Estados Unidos, soy un chivo expiatorio de intereses políticos. Australia representa la esperanza: un país con leyes más inclusivas y una cultura que valora la diversidad en el deporte». Su elección de Australia no es casual; la nación insular ha sido pionera en políticas de inclusión LGBTQ+, y Thomas ya ha recibido ofertas tentadoras de clubes en Sídney y Melbourne para entrenar para los Juegos de Brisbane en 2032.

La respuesta que desató la polémica mundial provino de Karoline Leavitt, la controvertida secretaria de prensa de la Casa Blanca nombrada durante el segundo mandato de Trump. Apenas unos minutos después de la declaración de Thomas, Leavitt tuiteó cinco palabras que resonaron como un trueno: «Mollie O’Callaghan siempre la humillará». La mención de la nadadora australiana, dos veces medallista de oro olímpica en París 2024 y considerada una de las mejores del mundo en estilo libre, fue una provocación magistral. O’Callaghan, de 21 años, ha sido elogiada por su velocidad y técnica impecable, y Leavitt, conocida por su dura retórica contra la «ideología de género», utilizó su nombre para subrayar lo que muchos conservadores consideran una injusticia inherente: «Lia no puede vencer a una verdadera campeona como Mollie. Punto».
La reacción fue inmediata y caótica. En las redes sociales, el hashtag #FuckLia se convirtió en tendencia mundial, con memes, vídeos virales y acalorados debates que dividieron la opinión pública. En Estados Unidos, figuras como Riley Gaines, exnadadora y activista antitrans en el deporte femenino, aplaudieron a Leavitt: «Por fin alguien dice la verdad. Lia Thomas no pertenece ahí». Por otro lado, organizaciones como la ACLU y Human Rights Watch condenaron el tuit como «transfóbico y discriminatorio», exigiendo una disculpa oficial. En Australia, la Federación de Natación emitió un comunicado ambiguo, rechazando las «citas falsas» atribuidas a O’Callaghan sobre Thomas —un rumor que circuló simultáneamente—, pero enfatizando su compromiso con la inclusión según las normas de World Aquatics.

La tormenta mediática trascendió fronteras. Programas de televisión en Europa y Latinoamérica dedicaron segmentos completos al drama, y los analistas se preguntaban si el traslado de Thomas a Australia podría poner en entredicho las regulaciones internacionales. «Si se une a un equipo australiano, ¿podrá competir en eventos abiertos? Esto podría forzar un cambio en las políticas globales», especuló un experto en The Guardian. Mientras tanto, los patrocinadores de Thomas, como la marca de trajes de baño que la apoyó en 2022, se desvincularon por temor a boicots. Irónicamente, O’Callaghan, contactada por la prensa australiana, simplemente declaró: «Respeto a todos los atletas. Mi enfoque está en el agua, no en la política». Su silencio no hizo más que alimentar las especulaciones sobre un posible enfrentamiento épico en futuros campeonatos.
Para Thomas, esta partida representa un renacimiento. “Lloré no por debilidad, sino por liberación. En Australia, nadaré como la reina que soy, sin miedo ni prejuicios”, declaró al final de su video, que ya ha alcanzado millones de visualizaciones. Su historia, desde la euforia de su victoria en la NCAA hasta su autoimpuesto exilio, resume las tensiones de una era dividida: ¿inclusión o equidad? ¿Progreso o tradición? Mientras Leavitt defiende su tuit como “una defensa de las mujeres reales” y Thomas prepara sus maletas para un nuevo horizonte, el mundo del deporte contiene la respiración. Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 podrían ser el escenario de la redención o la venganza, pero por ahora, el eco de “¡Que os jodan!” resuena como un himno de resistencia en un océano de controversia.
Esta saga no termina aquí. Con la llegada de Thomas a Sídney la próxima semana, aliados transgénero de todo el mundo ya están organizando campañas de apoyo, mientras que opositores como Leavitt preparan nuevos ataques verbales. En un deporte donde cada brazada cuenta, la travesía de Thomas a Australia podría ser la más decisiva de su carrera. ¿Triunfará la “reina exiliada” o se hundirá en aguas hostiles? Solo el tiempo, y las olas, lo dirán.