La historia de Hogwarts, la escuela más emblemática y legendaria del mundo mágico, siempre ha sido narrada como un relato de unión, sabiduría y grandeza. Sin embargo, las recientes declaraciones atribuidas a Godric Gryffindor, uno de los cuatro fundadores, han sacudido los cimientos de todo lo que los magos y brujas creían saber. En un giro sorprendente, Gryffindor acusó directamente a su antiguo aliado y amigo, Salazar Slytherin, de una traición imperdonable que marcaría para siempre la esencia misma de la institución.

Durante siglos, los relatos oficiales describieron la ruptura entre Gryffindor y Slytherin como un simple desacuerdo ideológico: mientras Gryffindor defendía la inclusión de todos los jóvenes con magia, sin importar su origen, Slytherin insistía en priorizar la pureza de sangre. No obstante, según las palabras reveladas, este conflicto fue apenas la superficie de una verdad mucho más oscura. Gryffindor rompió el silencio y afirmó que Slytherin no solo buscaba imponer su visión elitista, sino que además habría manipulado eventos clave para consolidar un poder secreto dentro de las paredes de Hogwarts.

“Nos traicionó a todos, nunca lo perdonaré…”, declaró Gryffindor en un testimonio que ya circula con fuerza en la comunidad mágica. Detrás de esa frase cargada de resentimiento se esconde una historia de conspiraciones, manipulaciones y secretos enterrados durante generaciones. Según Gryffindor, Slytherin no actuó únicamente por convicciones ideológicas, sino que habría sellado un pacto con fuerzas oscuras con el fin de dejar su huella indeleble en la escuela. La creación de la Cámara de los Secretos, atribuida durante mucho tiempo a un acto de capricho o advertencia, sería en realidad parte de un plan mucho más elaborado para perpetuar su dominio, incluso después de su partida.

La revelación ha generado un auténtico terremoto. Historiadores, expertos en magia ancestral y descendientes de linajes vinculados a Hogwarts se han visto obligados a replantearse todo lo que sabían. Si la versión de Gryffindor es cierta, el prestigio de la fundación misma queda en entredicho. Lo que antes era visto como un desacuerdo entre visiones ahora podría interpretarse como una traición deliberada, una herida en la confianza que jamás cicatrizó.

El eco de estas palabras también ha reavivado viejas tensiones en la actualidad. Muchas familias de magos de sangre pura se sienten atacadas, argumentando que las acusaciones de Gryffindor buscan reescribir la historia con fines políticos. Otros, en cambio, consideran que por fin se está arrojando luz sobre verdades incómodas que siempre fueron silenciadas por miedo a fragmentar aún más la comunidad. El debate se ha trasladado a los periódicos mágicos, las tertulias en el Callejón Diagon e incluso a los pasillos de Hogwarts, donde los estudiantes discuten apasionadamente sobre la veracidad de estas revelaciones.

Por su parte, los descendientes de la casa Slytherin han reaccionado con indignación. Algunos defienden la figura de Salazar, calificándolo de visionario malinterpretado, mientras que otros reconocen que su legado está marcado por sombras que nunca se disiparon del todo. No faltan quienes señalan que la propia existencia del basilisco oculto en la Cámara de los Secretos respalda las acusaciones de Gryffindor, pues constituye la prueba más palpable de que Slytherin preparó un arma secreta contra todo aquel que desafiara su visión del mundo mágico.

Más allá de las reacciones inmediatas, lo cierto es que estas declaraciones han abierto una grieta en la manera en que la historia de Hogwarts será contada de ahora en adelante. Profesores de Historia de la Magia ya debaten sobre la necesidad de reescribir los manuales escolares, y algunos incluso piden la creación de una comisión imparcial que investigue los documentos y objetos antiguos relacionados con los fundadores. Se habla de la posibilidad de que existan pergaminos ocultos en la biblioteca restringida que podrían arrojar más luz sobre lo que realmente ocurrió hace más de mil años.

El impacto emocional también ha sido devastador. Gryffindor y Slytherin, alguna vez hermanos de armas en la construcción de un sueño común, ahora aparecen retratados como enemigos irreconciliables. Las generaciones que crecieron admirando la grandeza de los cuatro fundadores —Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw— se sienten desorientadas ante la idea de que uno de ellos pudo haber traicionado los valores fundacionales. “Si esta verdad se confirma, nada volverá a ser igual”, escribió un editorial del Profeta Diario, reflejando el sentimiento generalizado.

En medio de este torbellino, queda una pregunta fundamental: ¿qué significa ser un verdadero heredero de Hogwarts? ¿Es seguir ciegamente los relatos oficiales o atreverse a enfrentar las sombras de un pasado doloroso? Gryffindor ha lanzado una bomba que nadie puede ignorar, y el eco de sus palabras promete cambiar para siempre la manera en que el mundo mágico entiende sus raíces.