El mundo del boxeo quedó paralizado. En apenas un asalto, David Benavidez destruyó los cimientos del imperio de Saúl “Canelo” Álvarez, dejando a millones de aficionados sin palabras y marcando el final de una era dorada para el boxeo mexicano.

El combate, esperado durante meses como el enfrentamiento más grande del año, terminó antes de que el público pudiera asimilar lo que estaba ocurriendo. Desde la primera campanada, Benavidez salió como una tormenta. Su velocidad, precisión y potencia desconcertaron por completo a Canelo, quien apenas logró conectar un par de golpes antes de recibir una ráfaga implacable que lo envió al suelo.

El árbitro detuvo el combate cuando el cronómetro apenas marcaba un minuto y treinta segundos del primer round. Canelo, aturdido y sangrando, miraba al vacío mientras Benavidez alzaba los brazos, gritando con furia contenida. En las gradas, el silencio fue total —ni siquiera los seguidores más leales de Canelo podían creer lo que veían.
Los comentaristas lo describieron como “el colapso más impactante en la historia moderna del boxeo”. Benavidez, con solo 27 años, se consagra como el nuevo rostro de la disciplina. “Respeto a Canelo, pero hoy empieza una nueva era”, declaró con serenidad después del combate.
En contraste, el entorno de Canelo evitó declaraciones inmediatas. Su equipo médico confirmó más tarde que el campeón sufrió una contusión leve, pero lo más grave parece ser el golpe emocional: perder de esta manera, ante un compatriota, en el escenario mundial, es un golpe devastador para su legado.

Las redes sociales explotaron en cuestión de minutos. Los fanáticos debatían si Canelo había subestimado a su rival o si, simplemente, el tiempo del “Rey de Guadalajara” había llegado a su fin. Los patrocinadores, que invirtieron millones en la pelea, observaban con preocupación el impacto comercial del resultado.
“Benavidez no solo ganó un combate —ganó el trono”, tituló un medio estadounidense. Y es cierto: con esta victoria brutal, el joven fenómeno abre una nueva era para el boxeo latinoamericano, mientras Canelo enfrenta la pregunta más difícil de su carrera: ¿volverá a levantarse?
Una noche, un round, un golpe. Así se derrumbó el reinado del hombre que parecía invencible.