En un giro inesperado que ha sacudido los cimientos de la política estadounidense y el activismo social, el controvertido multimillonario Peter Thiel, cofundador de PayPal y conocido por su apoyo selectivo a causas progresistas, habría extendido una oferta millonaria a Karoline Leavitt, la carismática portavoz de la Casa Blanca y figura ascendente en el Partido Republicano. Según fuentes cercanas al asunto, Thiel, abiertamente gay y un defensor vocal de los derechos LGBT en ciertos círculos tecnológicos, propuso un contrato por 39 millones de dólares a Leavitt. La condición era clara y audaz: la portavoz debería comprometerse a aparecer en anuncios promocionando la agenda de la comunidad LGBT en cada evento público al que asista, desde conferencias políticas hasta apariciones en medios deportivos.

La noticia, que comenzó a filtrarse a través de correos electrónicos anónimos y testimonios de insiders en Silicon Valley, ha generado un torbellino de reacciones en redes sociales y foros especializados. Thiel, cuya fortuna se estima en más de 10 mil millones de dólares, ha sido un enigma en el panorama político: por un lado, su salida del clóset en 2016 lo posicionó como un aliado inesperado para el movimiento LGBT; por el otro, sus donaciones a campañas conservadoras, como la de Donald Trump en 2016, han generado críticas por su aparente hipocresía. “Peter siempre ha jugado en los márgenes, financiando causas que desafían el statu quo”, comentó un exejecutivo de PayPal que prefirió el anonimato. “Esta oferta a Leavitt parece un intento de forzar un cambio en la narrativa republicana, usando su dinero como palanca”.

Karoline Leavitt, de 27 años, emergió como una estrella en ascenso durante la administración Trump, donde se desempeñó como secretaria de prensa adjunta antes de asumir su rol actual en la Casa Blanca bajo la nueva era republicana. Conocida por su elocuencia afilada y su defensa inquebrantable de valores tradicionales, Leavitt ha evitado temas de identidad de género en sus intervenciones públicas, enfocándose en cambio en economía, inmigración y seguridad nacional. Su juventud y atractivo la han convertido en un ícono para los conservadores, pero también en blanco de ataques por parte de la izquierda, que la acusa de encarnar un “trumpismo millennial” sin matices.
La respuesta de Leavitt no se hizo esperar y ha sido tan explosiva como la oferta misma. En una declaración emitida anoche desde su cuenta oficial en X (anteriormente Twitter), la portavoz no solo rechazó el contrato, sino que lo calificó de “un intento burdo de comprar lealtad y silenciar voces disidentes”. “Aceptar 39 millones para convertirme en un cartel andante de agendas que no representan a la mayoría de los americanos sería traicionar mis principios y los de millones de familias que luchan por valores reales, no por cheques de Silicon Valley”, escribió Leavitt. Pero lo que ha conmocionado particularmente al mundo del deporte —un sector donde ella ha ganado popularidad gracias a sus apariciones en eventos como la Super Bowl y torneos de la NCAA— es la segunda parte de su mensaje: “Si Thiel quiere usar su dinero para forzar propaganda en estadios y arenas, que lo haga solo. Yo defenderé la libertad de expresión en el deporte, no la compraré. Y si eso significa exponer cómo los multimillonarios intentan infiltrarse en nuestros juegos favoritos, que así sea”.
Esta frase ha desatado una tormenta en el ámbito deportivo, donde el activismo LGBT ha ganado terreno en los últimos años. La NBA y la NFL han incorporado campañas de inclusión, con jugadores como Jason Collins y Megan Rapinoe como abanderados. Sin embargo, Leavitt, una ávida fanática del béisbol y defensora de la “pureza” del deporte como entretenimiento familiar, ha sido invitada frecuentemente a comentar sobre temas como la equidad salarial en la WNBA o el impacto de las redes sociales en los atletas jóvenes. Su declaración ha polarizado a figuras clave: el comisionado de la MLB, Rob Manfred, emitió un comunicado vago sobre “respeto a todas las voces”, mientras que atletas conservadores como Aaron Rodgers aplaudieron su “valentía”. Por el contrario, organizaciones como GLAAD condenaron sus palabras como “un retroceso peligroso” que podría avivar boicots en eventos deportivos.

El escándalo llega en un momento delicado para Thiel, quien recientemente ha sido criticado por su inversión en empresas de inteligencia artificial con sesgos éticos cuestionables. Fuentes indican que la oferta a Leavitt formaba parte de una estrategia más amplia para “suavizar” la imagen republicana ante donantes progresistas del tech, especialmente tras las elecciones de 2024 que consolidaron un Congreso mayoritariamente conservador. “Thiel ve en Leavitt un puente generacional”, explicó un analista político de CNN. “Es joven, mediática y podría humanizar al GOP en temas sociales. Pero subestimó su terquedad”. La portavoz, por su parte, ha visto un aumento del 300% en sus seguidores en redes, con memes y hilos virales que la retratan como una “guerrera anti-woke”.
En el mundo del deporte, el impacto es palpable. Patrocinadores como Nike y Under Armour, que han invertido millones en campañas LGBT-friendly, ahora enfrentan presiones para aclarar su postura. “Leavitt ha tocado un nervio: el deporte ya no es solo juego, es batalla cultural”, señaló el periodista deportivo Skip Bayless en su podcast. Eventos próximos, como el All-Star Game de la NBA en febrero, podrían ver protestas o contraprotestas, con Leavitt invitada como panelista en Fox Sports para discutir “la comercialización de la identidad”.
Mientras tanto, Thiel guarda silencio, pero insiders sugieren que no se rendirá fácilmente. Rumores apuntan a que podría redirigir los fondos a campañas independientes que presionen a figuras republicanas similares. Para Leavitt, este episodio refuerza su narrativa de “luchadora contra élites”, atrayendo donaciones de bases conservadoras. En un país dividido, esta “explosión” no es solo un chisme de Hollywood o Washington; es un recordatorio de cómo el dinero, la identidad y el espectáculo se entretejen en la arena pública.
El debate continúa, y con él, las apuestas suben. ¿Podrá Thiel comprar influencia en un mundo que Leavitt defiende como innegociable? Solo el tiempo, y quizás el próximo gran partido, lo dirá.